MARAVILLA LEAL GONZÁLEZ - Sepultura
Maravilla Leal González
La primera luz del Cementerio Civil de Madrid
El Cementerio de Epidemias permanecía sin bendición eclesiástica en septiembre de 1884 debido a desacuerdos económicos entre el Ayuntamiento y la Iglesia, situación que mantenía el recinto en un limbo administrativo cuando ocurrió un hecho histórico.
El 9 de septiembre, al atardecer, fue conducido al cementerio el cuerpo de Maravilla Leal González, una joven protestante de apenas veinte años. Ante la falta de reglamento aprobado, el caso fue presentado al entonces alcalde de Madrid, el marqués de Bogaraya, quien —considerando la hora avanzada y para evitar un nuevo traslado del cadáver— autorizó su inhumación en la zona civil. Así, Maravilla se convirtió en la primera sepultura del Cementerio Civil y tumba fundacional de toda la Necrópolis del Este.
El 9 de septiembre, al atardecer, fue conducido al cementerio el cuerpo de Maravilla Leal González, una joven protestante de apenas veinte años. Ante la falta de reglamento aprobado, el caso fue presentado al entonces alcalde de Madrid, el marqués de Bogaraya, quien —considerando la hora avanzada y para evitar un nuevo traslado del cadáver— autorizó su inhumación en la zona civil. Así, Maravilla se convirtió en la primera sepultura del Cementerio Civil y tumba fundacional de toda la Necrópolis del Este.
Su muerte coincidió con el nacimiento de un espacio que transformaría la historia funeraria: el Cementerio Civil, un jardín de libertad.
Su entierro no fue uno cualquiera, sino el gesto callado que instituyó un derecho: el de morir con dignidad, cualquiera que fuese la fe o pensamiento. Maravilla no escogió ser pionera, pero su tumba se erigió en símbolo de todas aquellas vidas que rehusaron vivir —y morir— bajo normas impuestas.
Hoy, su sepultura permanece en pie, sencilla y serena, visitada por quienes veneran la memoria de los que no encajaron en los moldes y, sin embargo, edificaron libertad desde el silencio.
Hoy, cuando el viento susurra entre las centenarias sepulturas,
acaso murmura todavía la historia de aquella joven
que llegó antes que todos, incluso antes que las propias normas.
Javier Jara
Y nada más, lector amigo.
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