MANUEL RUIZ DE QUEVEDO Y CUEVAS Y ANTONIA AHIJÓN DE GONZÁLEZ

D. Manuel Ruiz de Quevedo y Cuevas
Presidente de la Asociación para la Enseñanza de la Mujer (ILE) 
y Círculo Filosófico de Madrid. 
Abogado Jurista, Ensayista, Pedagogo, Periodista y Filántropo. 
★Pesquera (Cantabria), 15 de abril de 1817
★Madrid, 3 de Abril de 1898
Y su esposa
D.ª Antonia Ahijón y González
 Filántropa, Pedagoga, Tesorera, Consiliaria y Benefactora de la Asociación para la Enseñanza de la Mujer (ILE)
★Madrid, 28 de diciembre de 1907
Cuartel 1 - Manzana x

Sepultura de Manuel Ruiz de Quevedo
-Cementerio Civil de Madrid-
Foto: ©JavierJara

Sepultura de Antonia Ahijón de González
-Cementerio Civil de Madrid- 
Foto: ©JavierJara

Retrato por: Arturo Carretero - La Ilustración Española y Americana (22/11/1878)
Fuente: HDBNE 
Fotomontaje: ©JavierJara
«D. Manuel Ruiz de Quevedo ha muerto.
La mujer española esta de luto.
Ha sido D. Manuel Ruiz de Quevedo uno de los varones más útiles a la España del siglo XIX».
~ #necrológicasdelcivil ~
Por: Javier Jara 2024
Político desinteresado, abogado escrupuloso, funcionario integérrimo, hombre culto y de valer, sencillo y modesto, escritor castizo y orador reposado y correcto; así era nuestro ilustre D. Manuel Ruiz de Quevedo y Cuevas, uno de los fundadores de la Institución Libre de Enseñanza.

Cursó Derecho en la Universidad de Madrid, ocupando el número 7 en la lista de colegiados. Se afilió al partido progresista, trabando íntima amistad con Mendizábal. Fue colaborador de El Espectador El Eco del ComercioAsistió asiduamente al Ateneo y a la Real Academia de Juresprudencia y Legislación. Fue compañero de los juristas Navarro Zamorano Zafray los tres, del ilustre Juan Sanz del Río. 
Fernando de Castro
Ejerció la docencia de derecho en el colegio Internacional. Fue miembro asiduo del Círculo filosófico y literario de la calle Cañizares. Ocupó la subsecretaria del Ministerio de Gracia y Justicia en la I República, siendo ministro Salmerón. Por último, colaborador de Fernando de Castro en el planteamiento de la Escuela de Institutrices (1869), perteneciente a la Institución Libre de Enseñanza. En esta institución, impartió clases de moral, hasta el año 1874, en que, al fallecer Fernando de Castro, fue elegido presidente de La Asociación para la enseñanza de la mujer (1870). Su participación en ella fue lo que le dio carácter y relieve a su personalidad, ya que fue uno de los pocos que se consagraron al cumplimiento de un fin social con todo el alma.


Ruiz de Quevedo y Antonia Ahijón en la Asociación para la enseñanza de la mujer, la Primera escuela del feminismo español.

La obra más importante de Ruiz de Quevedo, apoyado siempre por su esposa, Antonia Ahijón, fue, sin duda, la Asociación para la enseñanza de la mujer, en la que se consagró en cuerpo y alma hasta su muerte. 
Sus intereses, sus energías, su pensamiento, su vida toda fueron para esa Asociación, a la que todo lo sacrificó y de la que llego a serlo todo.

Alumnas de la Asociación para la enseñanza de la mujer. Fondo Fundación Fernando de Castro.
Fotografía: MADRID CON ENCANTO

Era el fin de la Asociación emancipar a la mujer española de la rutina, de la ignorancia, del analfabetismo, de la miseria y la inferioridad en la que se encontraban hasta mediados del siglo XIX.
En los Estatutos de la Asociación para la Enseñanza de la Mujer, publicados en 1882, figura que la enseñanza de la escuela «tiene señaladamente carácter educativo y práctico, dirigiéndose a estimular y fortalecer el sentimiento moral en las alumnas, a la vez que a dotarlas de conocimientos y hábitos utilizables para su decorosa subsistencia». 

Este fue el proyecto más ambicioso de Ruiz de Quevedo, y en el que contó con la ayuda económica de su mujer, D.ª Antonia Ahijón y González, mujer admirable y de gran corazón, que fue nombrada tesorera, cargo al que renunció en 1874 al acceder su marido a la presidencia de la asociación. Antonia Ahijón fue también propuesta como directora de las Escuelas, cargo que no acepto.

Edificio Asociación para la enseñanza
de la mujer. San Mateo, 15.
Bajo su presidencia, las escuelas de la Asociación se instalaron en la calle de la Bolsa número 14 a partir de 1880, y desde 1893 contaron con un edificio propio en la calle San Mateo número 15 —actualmente Fundación Fernando de Castro—. Y hablamos de escuelas, porque a la de Institutrices siguió el establecimiento de la de Comercio, la de Idiomas, la preparatoria para el ingreso en la Normal y las de primera y segunda enseñanza. En esas escuelas se educaron mujeres de posición desahogada, ansiosas de adquirir aquella cultura que era condición indispensable para que la mujer llenase plenamente los deberes que la familia imponía; y en ella también se educaron otras muchas que dirigieron la enseñanza pública en elevados cargos, otras se consagraron a la privada, o ejercieron el comercio, o desempeñaron importantes destinos en la Administración pública.
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«Fueron D. Manuel Ruiz de Quevedo y D.ª Antonia Ahijón una especie de santos laicos. Pocas personas habrán mostrado poseer en grado tal aquella constante voluntad del bien que constituye la virtud en opinión de los estoicos. Para los que comprenden la hermosura moral, la vida de estos grandes filántropos constituye en su género una obra de arte acabada y perfecta. ¡Y que obra admirable, que obra portentosa esa, que exige, para ser cumplida, la consagración entera de toda una existencia, sin un desfallecimiento, sin una caída, sin un desmayo, sin una nota que perturbe la armonía, sin una mancha que altere la pureza del conjunto» Nota necrológica de Alfredo Calderón.
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Pero no todo fueron halagos. Para comprender los tiempos en los que se vivía y las dificultades y obstáculos a los que se enfrentaban aquellos librepensadores que luchaban por la libertad de la enseñanza fuera del ámbito de la Iglesia Católica, reproducimos la necrológica que le dedicaba La Lectura Dominical:
MUERTE DE UN SECTARIO
«Entre las Asociaciones que hemos señalado como auxiliares de la masonería, figura con justo título la de la enseñanza para la mujer, fundada por el presbítero D. Fernando de Castro. Dicha Asociación pretendió no hace mucho aparecer a los ojos de los incautos como centro de enseñanza inofensivo, y para ello imprimió gran número de circulares tratando de vindicarse de la acusación de atea que sobre ella pesa y aunque su defensa tuvo escasa fortuna porque en ella no se hacía una profesión terminante de fe católica, todavía el artificio de sus frases llevó la vacilación al ánimo de algunas almas cándidas que nos acusan de falta de caridad y de ligereza imperdonable por haber condenado sin pruebas suficientes a un instituto que sólo se ocupaba en proporcionar a la mujer la instrucción necesaria para procurarse medios decorosos para la subsistencia. Y así estaban las cosas hasta que hace pocos días falleció el presidente de la mencionada Asociación, D. Manuel Ruiz de Quevedo, y con este motivo publicaron los periódicos de gran circulación sendos artículos necrológicos en loor al finado, presentándole como digno continuador del desdichado D. Fernando de Castro, y como si esto fuera poco, anunciando el sepelio del Sr, Ruiz de Quevedo en el cementerio civil del Este. A ese lugar destinado a guardar los restos de los enemigos de la Religión, fue conducido el último presidente de la Asociación para la Enseñanza de la Mujer, y a él le acompañaron los profesores y profesoras de la misma y comisiones de las alumnas, dando público testimonio del ateísmo de aquel centro de instrucción, y de la verdad con que lo calificamos entre los auxiliares más eficaces de la secta masónica» La Lectura Dominical (17/4/1898) Fuente HBNE
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D. Manuel Ruiz de Quevedo falleció en su domicilio de la calle San Mateo el 3 de abril de 1894, a la edad de ochenta y un años, acompañado de su inseparable y querida esposa. 
Fue enterrado el día 4 en el Cuartel 1 del Cementerio Civil de la Necrópolis del Este de Madrid en una sobria sepultura a perpetuidad de mármol blanco. A su entierro laico asistieron todos sus compañeros y amigos de la Institución Libre Enseñanza, alumnas y familiares de la asociación para la enseñanza de la mujer, políticos de todas las ideologías, amigos de la prensa y ciudadanía que quiso despedirse de tan Ilustre filántropo.
Su partida dejó un legado imborrable, y la comunidad entera lamentó la pérdida de tan ilustre hombre que dedicó su vida al servicio de la educación y el bienestar de las mujeres.

Sepultura de Manuel Ruiz de Quevedo y su esposa Antonia Ahijón y González
-Cementerio Civil de Madrid- 
Fotografías: ©JavierJara

El día 17 de ese mismo mes, se reunió la junta general de la Asociación con el fin de dar cuenta del fallecimiento de Ruiz de Quevedo y proceder a la elección de la persona que le sustituyera, así como los demás cargos de la junta directiva.
El sillón presidencial estaba vacío. Después de sentidas frases consagradas a la memoria del ilustre presidente, se dio a conocer la indicación que, sin carácter de imposición, había hecho este poco antes de morir, en favor de D. Gumersindo de Azcárate, quién seguidamente fue nombrado Presidente de la Asociación de la enseñanza de la mujer.
Antonia de Ahijón y González, viuda de Ruiz de Quevedo, fue nombrada por la junta, consiliaria de la Asociación.

Nueve años más tarde, el 28 de diciembre de 1907, D.ª Antonia Ahijón y González fallecía y al día siguiente, a las cinco de la tarde, recibía sepultura junto a su marido, en el Cementerio Civil de Madrid.
D.E.P.

Y nada más, lector amigo.

Fuentes consultadas:
Boletín ILE n.º 460 (31/7/1898).
Suplemento Escuela Moderna (12/4/1898).
Gaceta Instrucción Pública (4/4/1898).
El Motín (14/4/1898).
Las Dominicales del Libre Pensamiento (17/4/1898).

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