EL PRIMER RETRATO DE PABLO IGLESIAS


~Pablo Iglesias Posse~
1850~1925


El primer retrato de Pablo Iglesias
Texto adaptado de J.J. Morato ~ La Voz. 09/12/1926
©JavierJara 2023

En los comienzos del año 1886, cuando iba a publicarse El Socialista, Iglesias anduvo por Cataluña predicando la buena nueva, acompañado del cajista Reoyo y del zapatero Caparó, fundadores de la Agrupación Socialista de Barcelona: dos hombres cabales.

E
Toribio Reoyo Barbadillo
ntre las poblaciones visitadas por los
apóstoles contábase Mataró, la linda, la gentil ciudad mediterránea, donde se publicaba un semanario federal dirigido y casi totalmente redactado por el Sr. Franquesa, no mal literato, médico y hombre de buena voluntad enamorado de sus ideales. 
El Sr. Franquesa invitó a Iglesias a una polémica oral, que se efectuó cuando ya se publicaba El Socialista, y no inmediatamente, porque entonces era empresa larga reunir el coste de un billete de ferrocarril en tercera clase, más las seis pesetas de dietas que habría de cobrar el apóstol, dietas entonces incompatibles con cualquier otro haber o emolumento.

Pasaron los años, y, bien corrido el de 1889, los socialistas mataronenses, juntamente con organismos obreros de resistencia, pudieron alquilar un local social donde reunirse y administrarse, y pensaron que la sala de actos, o dígase la habitación menos reducida, debía engalanarse con una ampliación del retrato de Pablo Iglesias.

Y escribieron al apóstol pidiéndole una fotografía; mas el apóstol no pudo atender la petición por la sencilla razón de que jamás pensó en retratarse, ni, en rigor, tenía noción de la utilidad e importancia de los retratos.

Item. Aunque hubiera querido complacer a los amigos de Mataró, las treinta pesetas semanales que con mil fatigas le abonaba El Socialista no daban para lujos, aun con la vida de asceta de Iglesias. Además—todo hay que decirlo lector—, predominaba el espíritu iconoclasta de la vieja Internacional, que repudiaba cuanto pudiera ser endiosamiento o glorificación en vida.

C
Antonio García Quejido
artas vienen y cartas van; los socialistas de Mataró se cuadran, casi ordenan, y remiten en libranza de Giro Mutuo el dinero necesario para que una galería fotográfica hiciese una docena de retratos, de las cuales ellos querían sólo uno. 
Cedió el Rubio, y, ya cumplidos los cuarenta años, retratose por vez primera. Del destino de aquellas fotografías el autor de estas líneas sabe que la primera fué para él; que salieron por el correo una para Quejido (Barcelona), otra para Perezagua (Bilbao), otra para José Mesa (París), y la de los amigos de Mataró.

Estos socialistas de Mataró encargaron la consabida ampliación, la encuadraron en bello marco y la colocaron en el sitio de honor, presidiendo lo que llamaremos sala. (Fin de la primera parte)
★★★★★
Pero esta historia del primer retrato de Iglesia «es tan larga de contar» como La Vida de Juan Soldado, del candoroso Antonio Trueba.

La manifestación o demostración de Primero de Mayo de 1890 fué un suceso internacional, y nada menos que la Illustration Francaise estimó que debía publicar en plana abierta, y como alarde de buena información gráfica, los retratos de los primates del socialismo internacional, y no en aborrecibles fotograbados de mancha, sino de dibujos a pluma.

José Mesa
José Mesa Leompart
,
íntimo amigo de Guesde y de Lafargue, redactor de La Emancipación, de Madrid, en 1872-73, espíritu selecto, quizá por su influjo verdadero fundador del partido socialista obrero español —¡cuánto se quisieron él e Iglesias!—; José Mesa, que residía y trabajaba en París para una empresa editorial de Madrid, prestó el retrato a la Illustration Francaise, y la vera efigie de Iglesias salió alrededor de Primero de Mayo de 1891, junto a las de Bébel, Lawof, Guesde, Cipriani, Branting y otros leaders del socialismo. El buen Mesa —ex regente de La Discursión, por cierto—, si prestó el retrato, no se cuidó de escribir a Madrid notificándolo, acaso porque, con razón, no concedía la menor importancia a estas vanidades.

Un camarada de la imprenta de Hernando recalaba algún que otro día en el Café de París, sito en el pasaje de Matheu, y él fué quien hizo saber a los compañeros y a Iglesias que su retrato estaba en la Illustratión Francaise.

Se escribió a Mesa, sin que Iglesias se enterara, pidiéndole ejemplares del bello y archisimpático semanario, regalándole uno al retratado, y como el buen Mesa no quería cobrar el valor de los quince o veinte ejemplares, este valor metálico ingresó en la suscripción permanente para el sostenimiento de El Socialista, o sea el fondo que completaba cada semana la retribución de treinta pesetas que cobraba Iglesias.

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Segunda parte. Los buenos socialistas de Mataró fundaron una imprenta no mala —La Emancipación—, que vivió poco. Quejido, que a la sazón —1896— trabajaba a salto de mata en Barcelona, escribió un folleto admirable, titulado Pablo Iglesias en el partido socialista, suscribiéndolo con el seudónimo de Fidel, y como anteportada de este óptimo trabajo apareció el retrato de que hablamos, el que habían pagado los camaradas de Mataró, baluarte en Cataluña del esmirriado socialismo.

Y nada más, lector amigo.

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