Ana María Custodio - Sepultura

Ana María Muñoz Custodio
Actriz de la memoria republicana
★Écija (Sevilla), 19 de Marzo de 1902 ★ Madrid, 10 de abril de 1976
Cuartel 5B – Manzana ? – Letra A
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Sepultura de Ana María Custodio -Cementerio Civil de Madrid- Foto: Javier Jara ~ #necrológicasdelcivil ~ Javier Jara Ana María Custodio nació entre fechas inciertas —1902 o 1908— como si el tiempo mismo quisiera protegerla de la precisión. Fue en Écija, bajo un cielo andaluz que reflejaría, más tarde, la luz y la sombra de un país dividido. Hija de un coronel, hermana de un escritor, y esposa de un músico, Gustavo Pittaluga -ver sepultura en este blog-, vivió entre los ecos marciales de los cuarteles y la suave melancolía de los teatros. Había algo en su rostro, decían, que no se enseñaba en ninguna escuela de arte dramático: una gravedad elegante, una tristeza contenida, un tipo de belleza que no buscaba agradar, sino dejar huella. En 1931 cruzó el océano con un idioma que aún se hablaba entre bastidores: el español. En Hollywood rodó versiones hispanas para la Fox, mientras otros actores se veían obligados a forzar el inglés y firmar contratos en una lengua que no dominaban. Ana no necesitó artificios. Su presencia era auténtica. No tenía la belleza prefabricada de los estudios, sino un magnetismo silencioso que sobrevivía incluso al paso del celuloide. Fue una actriz sin alardes, y por eso mismo, inolvidable. Al volver a España, encontró su sitio en los estudios de Filmófono, donde el cine todavía sonaba como libertad. Don Quintín el amargao, El bailarín y el trabajador… papeles que hoy dormitan en archivos, pero que entonces eran espejos de un país que empezaba a resquebrajarse. Luis Buñuel la adoraba. El público también. Luego, como tantos otros, llegó el exilio. No con sirenas, sino con silencios. Cruzó fronteras invisibles con la misma discreción con la que abandonó la cartelera. Fue Cuba, luego México, y más tarde, un regreso tan modesto como digno. Su última gran aparición fue en Peppermint Frappé, la película de Carlos Saura que ganó el Oso de Plata. Ya no era la estrella joven, pero la cámara seguía amándola. Murió en Madrid, el 10 de abril de 1976, en una España que despertaba a la democracia con resaca de memoria. Tenía 68 años, o tal vez más. Descansa en el Cementerio Civil, donde también yacen quienes defendieron la libertad, el pensamiento propio y la memoria sin censura. Ana María Custodio no fue solo una actriz. Fue la prueba de que el arte, incluso en el exilio, no se apaga: se transforma, espera, y regresa con los años como una imagen proyectada sobre el muro del olvido. Y nada más, lector amigo. D.E.P.
Fuentes consultadas:
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