Otto Kehrmann Selig - Sepultura

★Hofheim CAlemania), 1885? ★ Madrid-, 8 de febrero de 1941


El destino de Otto Kehrmann: un joyero judío en la España de Franco
El mármol está gastado, la inscripción apenas se distingue y, a primera vista, no dice nada. Pero bajo esa lápida del Cementerio Civil de Madrid descansa un hombre cuya vida quedó atravesada por la sospecha, la intolerancia y una guerra que no era la suya. Su nombre: Otto Kehrmann Selig, joyero alemán, judío de nacimiento, detenido en Zaragoza en 1937 y enterrado en un país donde hasta la muerte obedecía a la ortodoxia del régimen.
¿Puede una tumba discreta iluminar los claroscuros de un tiempo? Otto nos responde que sí. Porque al seguir su rastro descubrimos también el de su hermano Federico, y en ese contraste entre dos destinos —dos hermanos, dos cementerios, dos credos— se dibuja una radiografía de la España de Franco.
El hallazgo de las tumbas
El apellido, poco común, apareció en mis pesquisas al recorrer el cementerio. La tumba de Otto me llevó a rastrear y, pronto, encontré otra pista: su hermano Federico Kehrmann Selig, enterrado en la zona católica de la Necrópolis del Este, más conocida como el Cementerio de la Almudena.
Sorprende que, siendo de origen judío, Federico pudiera recibir sepultura en un cementerio católico en plena dictadura franquista. La explicación más verosímil es que hubiera abrazado el catolicismo, una decisión que encajaba con los rigores ideológicos de la época y que le permitió acceder a un lugar de descanso reservado únicamente a quienes profesaban la fe oficial.
Otto en la Guerra Civil
La vida de Otto la conocemos gracias al excelente trabajo del investigador Santiago Enfedaque, autor del artículo Otto Kehrmann Selig, judío alemán. Zaragoza 1937, con quien tuve ocasión de intercambiar impresiones. Su estudio fue clave para entender quién era el hombre tras la lápida que había encontrado.
Otto, natural de Hofheim (Alemania), se dedicó desde principios del siglo XX al comercio de joyas. En plena Guerra Civil española, el 17 de julio de 1937, fue detenido en Zaragoza, acusado de irregularidades en el cobro de deudas en la llamada “zona nacional”. Sin embargo, las sospechas que pesaban sobre él no se limitaron a lo económico: también su condición de judío lo convirtió en objeto de recelo en una España que se alineaba con el fascismo europeo.
Durante los interrogatorios, Otto declaró ser judío practicante, pero simpatizante del orden que representaba Hitler en Alemania, aunque deseaba que se suavizara la persecución contra los suyos. Es probable que aquellas palabras fueran más una estrategia para sobrevivir a un ambiente hostil que una confesión sincera. A pesar de ello, fue encarcelado en la prisión provincial de Zaragoza hasta 1938.
Dos hermanos, dos cementerios
El destino de Otto y Federico parece escrito en las lápidas que hoy los separan. Federico murió en 1962 y descansa en la zona católica, quizá gracias a su conversión. Otto, en cambio, falleció en 1941 a los 56 años y fue enterrado en el Cementerio Civil, el único lugar al que podían acceder quienes no eran católicos en una España que solo reconocía como legítima la fe del régimen.
Memoria recuperada
Gracias a la colaboración con el investigador Santiago Enfedaque, hoy podemos reconstruir parte de la vida y el destino final de Otto. Su tumba, discreta y silenciosa, nos recuerda que la Historia no está hecha solo de generales y caudillos, sino también de vidas truncadas y biografías que la intolerancia marcó para siempre.
Dos hermanos, dos cementerios, dos destinos distintos en la misma ciudad. Y, en ambos casos, la memoria que pugna por no ser olvidada.
Y nada más, lector amigo.
Presidente Asociación Histórica Cementerios
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Sepultura de Otto Kehrmann Selig -Cementerio Civil- Foto: ©Javier Jara |
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