JOSÉ GUISASOLA Y GOICOECHEA

D. José Guisasola y Goicochea
Médico, Periodista, Escritor, Filántropo
y Político Republicano Federal
★Madrid, 15 de Julio de 1833
★París -Francia-, 1 de Septiembre de 1884
Trasladado al Cementerio Civil
28 de Octubre de 1888
Cuartel 2 - Manzana 31 - Letra B
~ #necrológicasdelcivil ~
Por: Javier Jara 2024
París, otoño de 1884: 
Epílogo de un Republicano, valedor apasionado de la idea.

En una tarde triste y melancólica de otoño en 1884, un grupo de españoles cruzaba con solemnidad la barrera del antiguo barrio de Clichy, siguiendo con paso sosegado el féretro de uno de sus compañeros expatriados. Al llegar al cementerio de Montmartre, la modesta caja, contenedora de memorias y anhelos truncados, fue depositada con cariño en el fondo de la fosa, mientras cada concurrente arrojaba sobre ella un puñado de tierra, como simbólico tributo a la fugacidad de la existencia. No se pronunciaron discursos ni se recitaron oraciones fúnebres, solo el lastimero lamento de las mujeres, quienes, según la arraigada costumbre local, formaban parte de la comitiva fúnebre, y las lágrimas apenas contenidas de los hombres, acompañaron el acto final. Poco mas tarde, el grupo de expatriados regresó al corazón bullicioso de Parísllena de todas las agitaciones y los rumores de una vitalidad exuberante, dejando tras de sí el sombrío rincón donde reposaban en tierra extranjera los restos del intrépido «campeón de la idea».

Aquel hombre inquebrantable, muerto lejos de la patria, cuyo amor constituyera la santa religión de su vida, era D. José Guisasola Goicochea.

Madrid, octubre de 1888: 
El Rocambolesco Regreso del Cadáver de Guisasola a Madrid.

En el gobierno civil de Madrid se recibió aviso de que en la estación del Mediodía había llegado un cadáver procedente de Francia, de la aduana de Port-Bou, a donde parece había sido enviado desde París, consignado a nombre de un tal Sr. López, quien no se presentó a recoger el encargo. El Gobernador dio orden de trasladarlo y después de algunas negociaciones con la empresa, y tras el pago de 900 pesetas, fue conducido al depósito de cadáveres del cementerio del Este. Todos los documentos parecían confirmar que se trataba de los restos mortales de D. José Guisasola, fallecido hacía cuatro años en París. Sobre la tapa del ataúd venía pegado un papel del tamaño de una cuartilla, en el cual se leía lo siguiente: "Au patriote espagnol Guisasola", y a la derecha había un sello con esta leyenda: "Grand Hotel Central. Roger et Cie. 55 Rue Lafayette. París".

¿Quién lo había enviado a Madrid, con tanta informalidad y con tan pocas precauciones?

El periódico La Circunstancia daba esta noticia en sus columnas:
«El cadáver de Guisasola, muerto en la emigración y sepultado lejos de la tierra patria, va a ser trasladado al Cementerio Civil del Este de Madrid, donde reposará perpetuamente al lado del que fue su cariñoso amigo Estanislao Figueras.
D. José Rubau Donadeu, consecuente amigo del finado, le da una prueba póstuma de su amistad, haciéndose a su costa la traslación de sus restos y dándole decorosa sepultura».

Y así fue, el 28 de octubre de 1888, acompañado de un grupo de correligionarios y amigos, los restos de D. José Guisasola recibían sepultura el la zona de adultos, cuartel 2, manzana 31, letra B del Cementerio Civil, al lado de su querido Figueras y a escasas sepulturas del que fuera su benefactor en esta causa, Rubau Donadeu que fallecería veinte años más tarde (10 de febrero de 1916) —ver necrológica en el blog—.

Sepultura de José Guisasola Goicochea. -Cementerio Civil de Madrid-
Fotografía:©JavierJara

Guisasola reposa en una sencilla sepultura, cubierto únicamente por la tierra que abrazó su féretro, entre hierba y musgo. Ninguna placa atestigua su memoria ni orienta al visitante, señalando que allí descansa un magnánimo médico, altruista y ferviente republicano.

¡Que solos se quedan los muertos!
~S.T.T.L.~

Y con esta sucesión de eventos en torno a sus postreros momentos, se revela con mayor fuerza la rica narrativa que compone la vida del estimado Guisasola, la cual a continuación se relata:

Entre Barricadas y Exilios, 
la huella imperecedera de un médico republicano.


Don José «Pepe» Guisasola nació en Madrid el 15 de julio de 1833, en la calle Hortaleza número 49. Hijo de don Manuel Guisasola Bascarán, hábil armero de oficio, y doña María de Goicochea y Echevarría, ambos oriundos de Éibar en Gipuzkoa.

Durante su etapa formativa en Madrid, destacó brillantemente en sus estudios y culminó con la obtención de la licenciatura en medicina. Posteriormente, se desempeñó como practicante mayor en el Hospital Militar de Madrid, destacándose de manera notable durante la epidemia colérica de 1865. Su distinción no solo se debió a sus habilidades profesionales, sino también a su desinterés y dedicación altruista.

Guisasola, dotado de agudeza médica y una notable ética laboral, limitó su ejercicio profesional principalmente al servicio de los menos favorecidos y a sus amistades. Con un corazón de entereza indomable, espíritu independiente y una generosidad inigualable, desde su juventud se alineó con la causa democrática, siendo uno de los pioneros que adoptaron dicho término y conformaron el núcleo del partido, participando activamente en los eventos de 1854, conocidos como "La Vicalvarada".

En la década subsiguiente, se convirtió en una presencia constante en conspiraciones y movimientos revolucionarios, dejando su huella incansable en cada iniciativa. Durante la división de los republicanos en 1864, entre individualistas y socialistas, Guisasola se alineó con estos últimos y abogó por grandes reformas sociales a través de las páginas de "La Discusión". En un gesto de generosidad sin parangón, donó la totalidad de las 5,000 pesetas que le habían tocado en la lotería al periódico para su sostenimiento. Guisasola rechazó la oferta de que le hicieran accionista del periódico.

En el año 1866, el 22 de junio, se destacó como uno de los valientes que se enfrentaron en las barricadas de Antón Martín y las calles adyacentes. Previo a este evento, ya había dejado su impronta como orador en el Fomento de las Artes, defendiendo fervientemente las ideas socialistas, y como escritor en la prensa liberal más progresista.

Como exiliado en Portugal, como resultado de los acontecimientos del 22 de junio, Guisasola se dedicó a la práctica de la medicina y luego se trasladó a Francia, donde fue elegido miembro de la Junta revolucionaria. Durante este periodo, redactó numerosas proclamas y manifiestos con el objetivo de asegurar el triunfo de la bandera republicana.

José Rubau Donadeu
Su estancia en Burdeos se prolongó hasta la Revolución de Septiembre, siendo uno de los primeros en regresar a España. Participó activamente en el levantamiento de Ampurdán junto a su cercano amigo José Rubau Donadeu. Tras el éxito de la revolución, se estableció en Madrid, donde desempeñó roles destacados como miembro del Comité electoral y comandante de los voluntarios de Antón Martín. Más adelante, asumió la presidencia del Club de la Montaña.

Guisasola, fundador y propietario de "La Igualdad", enfrentó repetidas veces procesos judiciales bajo el gobierno liberal de la época debido a sus escritos. También participó activamente en las labores de "El Combate", un periódico popular que causó un gran impacto en la partida de la porra y que abogó fervientemente por las ideas republicanas.

Si bien Guisasola fue miembro de la masonería española, nunca profesó creencia alguna en el Gran Arquitecto del Universo (G. A. D. U.). Ante la proclamación de la monarquía y la ascensión al trono del rey Amadeo, Guisasola emigró a Uruguay. En Montevideo, ejerció con éxito la medicina, convirtiéndose en una figura providencial para sus amigos y los más necesitados. Ocupó el cargo de médico del puerto y dejó una grata memoria en el país.

A pesar de tener un futuro prometedor aguardándolo en la capital uruguaya, Guisasola regresó apresuradamente a Madrid al percibir la amenaza que se cernía sobre la República Española debido a las maquinaciones de sus enemigos. Su retorno a Madrid tuvo lugar a mediados de 1873.

Esos tiempos eran ciertamente difíciles y agitados, donde tanto hombres como circunstancias se conjuraban en contra de la República. Incluso aquellos que la habían proclamado conspiraban en su contra, y muchos que se presentaban como demócratas apoyaban a los carlistas en su aversión hacia la democracia. Incluso en los gobiernos elegidos por las Cortes, se identificaron traidores y renegados.


Tras los acontecimientos del 8 de enero, Guisasola fue desterrado a Fernando Poo por decisión del gabinete de Cánovas, sin que se le imputara formalmente ningún cargo. Sin embargo, la intervención de la duquesa de Santoña, quien lo apreciaba profundamente desde la epidemia colérica de 1865, y las gestiones realizadas por Julio Rubau Donadeu y Emilio Castelar, lograron la conmutación de su destierro. Desencantado, Guisasola optó por el exilio en Francia.

Desde aquel momento hasta su fallecimiento, residió en París de manera modesta, ofreciendo consultas gratuitas a todos los compatriotas españoles que lo solicitaban. Además, colaboró activamente con Alberto Araus, Nicolás Estévanez y otros compatriotas emigrados en el periódico Correo de Ultramar.

Su prematuro fallecimiento conmovió profundamente a sus correligionarios, compañeros de exilio y amigos, la mayoría de los cuales tenían algún gesto de gratitud que agradecerle. Todos los periódicos de la época se hicieron eco de la triste noticia.

Y nada más, lector amigo.

Fuentes consultadas:
HEMEROTECA DIGITAL BNE
El Imparcial 2/9/1884
La República 3/9/1884
El Imparcial 2/9/1884
La Justicia 11/10/1888 - 28/10/1884
La Voz de la Patria 5/10/1888
OTROS: La Ilustración Republicana Federal

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